EL cuidado colectivo es el trabajo

Por medio del cuidado colectivo es cómo construimos las condiciones para transformar los sistemas opresivos

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En los últimos años, “bienestar” se ha convertido en una palabra de moda dentro de la sociedad civil, pero a menudo se le ha despojado de su significado político, y es utilizada como sinónimo de rutinas individuales de autocuidado.

Los buenos movimientos sociales necesitan a personas que estén sanas física y psicológicamente. Y quienes hacen este trabajo necesitan más que un ocasional fin de semana para relajarse, necesitan de cuidado colectivo.

El cuidado colectivo es una práctica radical, sistémica y de construcción de poder. No es solo una forma de sobrevivir a la opresión, sino la manera en que construimos las condiciones para transformar los sistemas opresivos. Esto implica diseñar infraestructuras de protección, interdependencia y reparación que permitan a líderes y movimientos de primera línea seguir trabajando y continuar actuando a lo largo del tiempo.

El cuidado colectivo no es un descanso del trabajo. Es el trabajo.

Dentro de Daybreaker Network Tailandia, el cuidado colectivo nunca ha sido un tema secundario. Ha sido la base de todo lo que hemos construido.

Desde nuestros primeros encuentros, era claro: sin cuidado, nada más se puede sostener. La urgencia, el riesgo y el desgaste emocional que enfrentan las personas organizadoras exigen más que solo el desarrollo de habilidades. Exigen una infraestructura para la resiliencia.

Lo que escuchamos:

"Las dinámicas de poder dentro de las organizaciones de la sociedad civil en Tailandia rara vez se abordan, especialmente en una cultura patriarcal donde el liderazgo rara vez cambia y las mujeres jóvenes a menudo carecen de caminos claros hacia posiciones de liderazgo. La mayoría de las personas permanecen en el mismo puesto durante décadas, acumulando poder informal con poca rendición de cuentas."
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“En el movimiento pro-democracia, la urgencia constante, la organización comunitaria de alto riesgo y el agotamiento se han normalizado. Las personas activistas sienten la presión de responder de manera fuerte e inmediata a cada crisis, sin dejar espacio para el descanso o la reparación. Incluso el autocuidado es visto como algo egoísta, y ni hablar del cuidado colectivo.”


A pesar de esto, la sociedad tailandesa tiene raíces culturales que se alinean con el cuidado colectivo: legados feministas, tradiciones islámicas de apoyo comunitario y valores de organización comunista. El reto no es la falta de bases, sino superar el capitalismo internalizado, la culpa y la incomodidad de pedir o recibir apoyo.

Muchas personas organizadoras compartieron que la mayor barrera no era institucional, sino emocional. Las personas no se sienten lo suficientemente seguras como para admitir que necesitan ayuda. Y cuando nadie modela el cuidado, el agotamiento se confunde con fuerza.

El espacio de aprendizaje de Daybreaker Network hizo visible esto, dando a las personas organizadoras una estructura para nombrarlo, hablarlo y comenzar a cambiarlo.

El agotamiento no es personal—es estructural

A lo largo de Tailandia, como en muchos otros lugares, el Estado ya no solo abandona a la sociedad civil, también la socava y criminaliza activamente.

Activistas de derechos humanos, líderes y defensores de la tierra indígenas, colectivos feministas y organizadores comunitarios están siendo vigilados, acosados y atacados. Los aliados globales se están retirando. El financiamiento está disminuyendo. Las protecciones legales están desapareciendo.

Y aun así, se pide a las personas organizadoras tailandesas que resistan sin descanso, que reconstruyan la democracia sin redes de seguridad y que lideren como si nunca necesitaran de cuidado.

El agotamiento es lo que sucede cuando los movimientos están diseñados para funcionar bajo sacrificios, sin tiempo de recuperación.

El trabajo de Daybreaker Network demuestra que el cuidado colectivo ayuda a:

  • Equipar a líderes de primera línea para navegar amenazas y presiones constantes.

  • Prevenir el colapso organizacional por el estrés y daño interno.

  • Construir la confianza necesaria para poder colaborar a pesar de las diferencias.

El cuidado colectivo es infraestructura estratégica

Para que el cuidado colectivo sea efectivo, debe integrarse en todos los niveles de la organización, y no ser visto como una intervención temporal.

Nivel individual: Un cambio de mentalidad

  • Dejar atrás el autosacrificio como la única forma válida de compromiso.

  • Replantear el cuidado como una práctica de supervivencia compartida.

  • Ampliar la idea sobre el cuidado desde el bienestar individual a la responsabilidad colectiva.


Nivel organizacional: Un cambio de estructura

  • Integrar el cuidado colectivo en las políticas, prácticas internas y códigos de conducta.

  • Cultivar normas de contribución compartida y apoyo mutuo.

  • Abordar activamente las dinámicas de poder internas, especialmente para las personas organizadoras jóvenes, queer y mujeres.

  • Crear espacios donde el cuidado colectivo sea visible, fomentado y protegido.


Nivel de movimiento: Un cambio de prioridades

  • Elevar el cuidado colectivo al mismo nivel de urgencia que la exigencia de políticas y la incidencia de temas específicos.

  • Nombrar este trabajo como parte de la lucha contra el patriarcado, el capitalismo y los sistemas extractivos.

  • Construir alineación por medio de un propósito compartido, no de la competencia.


¿Cómo incrementamos el cuidado colectivo a lo largo de un movimiento?

El cuidado colectivo no es un complemento al trabajo del movimiento. Es la base que hace posible la lucha sostenida.

Pero incrementar este trabajo de cuidado a través de un movimiento nos plantea preguntas reales sin resolver:

  • ¿Qué se observa cuando el cuidado realmente ha echado raíces en una organización?

  • ¿Esto requiere una política formal o un cambio cultural?

  • ¿Cómo lo podemos nombrar, medir y transmitir?

  • Estas son las preguntas que surgieron de las personas organizadoras en Tailandia, y que siguen abiertas con socios en cada lugar donde trabajamos. Lo que está claro es que el cuidado debe tratarse como un serio, estratégico y colaborativo reto de diseño estructural. No es algo que esperamos que surja por sí solo, sino algo que construimos, juntas y juntos.

Agradecemos sus ideas y reflexiones:

Gillian O’Neill [email protected]
Mariana Botero [email protected]